Rutina diaria del mes de mayo
Me da un capuchino vainilla, por favor?
No tiene?
Entonces, un espresso, gracias.
Sí, grande.
Chao!
Lo bebo con desagrado, no me gusta lo amargo, pero las pocas horas que dormí no son suficientes para mantenerme despierto, escuchando la cátedra.
Me agobio.
Los conceptos llegan a mi cabeza, me dan asco.
Repudio todo término científico, me aterroriza pensar que hay aun más.
Cerraría el libro, los ojos y me entregaría a la nada.
Si se me diera la opción, dejaría todo hasta aquí, los estudios, las relaciones, la vida.
Es que estoy cansado de vivir?, o es que acaso no estoy viviendo?
Algún día te pediré que me acompañes, iremos al bosque, me verás caminar torpemente sobre el suelo enraizado, me verás sudar y sonreír, cuando llegando a la cima, extienda los brazos, y tome una bocanada de aire, dé la vuelta y te sonría, y te diga “no ves que es lindo?”. Durante la noche, me verás abstraído, mirando las estrellas. Intentarás conversarme, pero yo sólo miraré hacia arriba, boquiabierto, viendo como se cruza una estrella fugaz, te preguntaré “qué dijiste”, y me responderás que nada, que no importa. Alguna mañana te levantarás y no estaré a tu lado, habré salido a dar una vuelta, a mojar mis blancos pies en el río, me encontrarás mirando el torrente, tirando alguna piedra. Te miraré y sonriéndote te pediré un beso. Pasará un camión, frunciré el ceño y moveré la cabeza en señal de repudio, pero no me importará, la hora de almuerzo está pronta y habrá que hacer una fogata. Te pediré que ese día no salgamos, nos quedemos en la carpa, descansemos, querré ver tu rostro todo el día, te contaré que la noche anterior me puse idiota, te pediré perdón y haremos el amor. Me preguntarás, en qué piensas, y te responderé, es que nunca dejas nada para la imaginación?, me dirás que querías saber, y te diré, nada, estaba recordando la vida en la ciudad, me quedaré callado y me preguntarás, y qué sientes ahora, encontraste lo que viniste buscando?, me reiré y fruncirás el ceño, te responderé, sabes qué, aún no encuentro respuestas, pero aquí, no me siento como en ese mundo. Luego mis ojos se pondrán llorosos, habré recordado que en unos días más volvería a Santiago, que en poco tiempo no sabría nada de mí, no sabría nada de ti, volverían las náuseas permanentes, el nudo en la garganta, los dolores de cabeza, los gritos, mis noches en vela. Te preguntaré si mejor nos quedamos allí, me dirás que no tienes intención de volver. Lloraré, sí, lloraré porque habré dejado todo atrás, las imágenes difusas se mantendrían en mi retina, de color gris, pero el verde del paisaje las relevará. Esa noche cerraré los ojos por última vez, la mañana siguiente me cubrirás con hojas, mis pies descalzos, ropa holgada, me darás un beso en la arrugada frente, tomarás tus cosas y volverás, con la mirada distraída, triste. Pero te digo de antemano, gracias.
...
Anday con cigarros?, Dame uno, se me acabaron (los que habría comprado el día anterior). Vale, gracias.